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Economía en el SCV: asunto reservado
Más allá de los detalles de las finanzas del SCV, de las cuales se sabe muy poco dentro y fuera de la institución, es importante recalcar que, según el informe final, el manejo económico “era y es reservado”. En los primeros años, […]

Más allá de los detalles de las finanzas del SCV, de las cuales se sabe muy poco dentro y fuera de la institución, es importante recalcar que, según el informe final, el manejo económico “era y es reservado”. En los primeros años, desde que Figari asume el poder absoluto en el SCV, las finanzas estaban a cargo del sacerdote Jaime Baertl, Juan Carlos Len y José Ambrozic. Sin ser los únicos que intervenían en dichas labores, eran quienes tenían acceso a información “clasificada” y movían los montos gruesos de dinero. En lo cotidiano, las comunidades recibían algunos aportes de Ernesto Vallejos, a través de la Asociación Promotora de Apostolado (APRODEA).
El carácter “eclesial” del SCV permitió que algunas empresas aprovecharan la exoneración tributaria que beneficia a la Iglesia en el Perú en su labor apostólica que, se supone es en beneficio de la sociedad.
Con el correr del tiempo y el crecimiento de la organización, Figari y la cúpula de poder comprendieron que obtendrían mejores resultados en el manejo económico si este quedaba en manos de expertos. Asimismo, llegaron a la conclusión que la presencia “oficial” de Jaime Baertl en las gestiones económicas de la comunidad generaba una mala imagen del sacerdote, entonces, este empezó a ejecutar sus labores financieras con un perfil bajo.
Este perfil bajo no impidió que el sacerdote sodálite siga trabajando en mejorar los contactos, por ejemplo, ahondando en la amistad estratégica con la familia Cueto, una de las más poderosas de Chile. Asimismo, se diversificaron las inversiones, aprovechando las oportunidades y la coyuntura económica del Perú y se incursionó en los rubros agrícola e inmobiliario, con mucho éxito, dicho sea de paso.
Todo esto llevó al SCV a funcionar, en lo económico, como una corporación de gran dimensión, facturando millones de dólares al año y contando con un staff de profesionales que están distribuidos por áreas de inversión y especialidades. Además, el espacio de Lizardo Alzamora les quedó corto hace algún tiempo y empezaron a funcionar en el centro empresarial Camino Real, todo esto en San Isidro en las inmediaciones de la casa que Figari heredó de su familia.
Llama mucho la atención, sinceramente, que una institución que se considera “de vida consagrada” al apostolado, funcione económicamente como una empresa agroindustrial y que posea más de dos mil hectáreas destinadas a la agricultura en Piura, entre otros negocios gruesos. Pero esto no es lo que más llama la atención, creo yo que lo más grave es que de la generación de los llamados “superiores mayores” o miembros de la generación fundacional, aquellos que estuvieron más cerca de Figari, el supuesto “receptáculo del carisma fundacional” dado por el Espíritu Santo a la Iglesia a través del SCV y que, por lo tanto, guardan la responsabilidad de sistematizar y transmitir dicho “carisma” a las siguientes generaciones, estos miembros de la cúpula de poder no son modelos de virtud ni de vida espiritual al interior de la comunidad, para nada, sino que son personas dedicadas a la administración de los recursos abundantes del SCV, tienen una vida considerablemente más cómoda que la del resto de sodálites y, además, como si todo esto fuera poco, participan de una vida paralela en la cual se reúnen entre ellos, manejan influencias “muy mundanas” y contactos fuera de la comunidad, que no son cooperantes del SCV y su “misión apostólica” sino de oscuros negocios cuyos frutos solo ellos conocen y manejan.
Para información general, los sodálites que han hecho su profesión perpetua (equivalente a votos perpetuos de los religiosos), son considerados, según las Constituciones del SCV aprobadas por la Santa Sede, como “miembros de derecho pleno” y, por lo tanto, tienen el derecho de estar informados de las actividades económicas de la comunidad; sin embargo, esto no sucedió ni sucede en el SCV. Durante los más 10 años (2000-2014) que fui profeso perpetuo, a pesar de ser una persona de confianza para el consejo superior y el propio Figari, NUNCA fui informado de los balances financieros ni detalle alguno del manejo económico de la institución y, más bien, a pesar del trabajo servil que realicé para la institución —particularmente para Figari— por 20 años, tuve que vérmelas para pagar mis estudios de filosofía los dos últimos años, comprarme ropa, la computadora que necesitaba para hacer los trabajos que el gran pashá me ordenaba hacer, libros para estudiar, pasajes para viajes que no tenían nada que ver con Figari, la gasolina del carro cuando salía a visitar a mis padres, etc.
A todo eso se refiere la Comisión, vilmente desconocida por el SCV y sus legítimas autoridades.
Nota: los mencionados no son todos los actores económicos, faltan nombrar algunos otros miembros de la oligárquica cúpula de poder, y otros que no pertenecen al SCV y que, en consideración a sus familias, es mejor no nombrar.

Abusos y más abusos
El manejo de la información de manera selectiva, de acuerdo a criterios subjetivos de afinidad en la cúpula de poder, ocultó las vidas paralelas de varios miembros del SCV. Esto es muy grave en sí mismo; sin embargo, lo más grave es […]

El manejo de la información de manera selectiva, de acuerdo a criterios subjetivos de afinidad en la cúpula de poder, ocultó las vidas paralelas de varios miembros del SCV. Esto es muy grave en sí mismo; sin embargo, lo más grave es que la estructura misma del SCV se moldeó de acuerdo a los intereses personales de Figari y varios de los primeros sodálites.
En este contexto se realizaron “prácticas constantes de abusos físicos, psicológicos e incluso sexuales” por décadas. No se trata de episodios aislados, se debe resaltar, sino de una organización que rápidamente —desde que Figari tiene el poder absoluto— se convierte en una terrible fábrica de abusos.
Las maquinarias usadas para cometer dichos abusos fueron las construidas por el que luego se atribuiría el título de fundador, desvinculándose implícitamente del padre Haby y Sergio Tapia —quienes fueron “cofundadores”—. Dichas máquinas las hizo con técnicas de manipulación que se engranaban cuidadosamente con un concepto de obediencia hecho a la medida del abuso, en radical oposición a los derechos fundamentales de la persona.
Figari instala en el SCV una obediencia vertical que tiene a él mismo como máximo dignatario en la tierra y en el cielo; es decir, la voluntad divina —llamada “Plan de Dios”— era interpretada de manera prístina y perfecta por el gran pashá, mejor que nadie en la organización, por lo cual de su boca solo saldrán instrucciones inapelables e imposibles de ignorar, implantadas con tal firmeza en las mentes de los sodálites que hasta los más fuertes conflictos morales terminaban siempre por concluirse a favor del maestro.
Sin embargo, en esta industria del abuso, aunque existe un claro gerente general, hay también otros gerentes que, desde hace varios años, han ido acumulando más y más poder, preparándose para suceder a Figari en el poder y que cobran mayor protagonismo desde la muerte de Germán Doig. Lo cual no quiere decir que recién surgen en ese momento, sino que salen a escena de manera más abierta frente a la necesidad de timonear el barco —SCV— que sufre una fuerte rajadura con la muerte del “amigo, hermano, modelo” perfecto en el que fue convertido Doig.
Es decir, la responsabilidad de que el SCV sea constituida como una empresa de abusos no recae solo en Figari. No sucede tan solo que sus discípulos amados obedecen ciegamente, sino que se instaura una especie de hermandad de “sangre”, donde se comparten las riquezas, el poder y los placeres. Esta asociación cobra vida con una especie de conciencia colectiva y actúa al unísono, como un cuerpo.
Mas la membrecía a esta hermandad es exclusiva y solo forman parte de ella aquellos a quienes el propio Figari les hizo “apostolado”, con muy pocas excepciones. Esto explica muchas cosas, por ejemplo, el manejo restringido de la información —como sucede en las logias masónicas—, las reuniones y amistades particulares entre ellos, el misterio sobre las labores que realizaban, los horarios y espacios especiales en las comunidades, los viajes y lujos, etc. Explica también el por qué el SCV no cambia ni pueda cambiar en lo esencial, dado que esta hermandad es el núcleo mismo, el corazón del “frankenstein espiritual” creado por Figari.
Quienes comparten esos lazos de hermandad conservan el poder sin ser autoridad y el gran pashá inventa para ellos la figura de “superiores mayores” para darles un lugar privilegiado en la organización y su estructura de poder. Los que fuimos destinados a ser sirvientes también respondíamos muchas veces a los pedidos de estos hermanos mayores y, sin embargo, no gozábamos de sus privilegios ni de los beneficios de la posesión de poder y riquezas, además, éramos controlados exhaustiva y paranoicamente bajo la premisa que, si nos dejaban salir solos a las calles, daríamos rienda suelta a nuestras bajas pasiones.
Los sirvientes esclavos éramos como autómatas que se guiaban por el principio de la obediencia sodálite más radical y, por ello, nuestra responsabilidad frente a los actos que se nos pedía hacer era prácticamente nula, pues nuestra libertad había sido atropellada, sucumbiendo bajo el poder de la voz del gran maestro. A diferencia de otros sodálites que no formaban parte de la hermandad del abuso, nosotros fuimos víctimas silenciosas y nuestro adoctrinamiento no tenía fin, era constante, diario, al punto que nuestro horizonte tenía un solo norte: Figari.
La comunidad del abuso no solo tejió lazos de poder ad intra sino que los extendió hasta las más altas esferas de la jerarquía eclesial, con engaños y tretas, se hizo un espacio de privilegio en la Iglesia en el Perú y en cuanto lugar estaba presente la organización, incluso, más allá, hasta la Santa Sede. Como si esto fuera poco, dicha telaraña de influencias colmó los sectores más altos de la sociedad peruana y del poder político. La verdad de lo dicho se ve reflejada en los hechos: una fábrica de abusos que le ha costado los proyectos de vida y la salud a muchos jóvenes sobre todo peruanos, poseedora de una riqueza económica cuantiosa, vinculada a otros terribles actores de la Iglesia latinoamericana, como Karadima o el sacerdote Intriago, una organización tan grande pasa muy piola ante la justicia peruana y los dignatarios eclesiales, en una oscura red de engaños y cómplices.

Manipulación de la información ad intra
Bajo el tercer acápite del informe final: “Prácticas indebidas en el manejo de la organización” se reclama la falta de coherencia que se daba en la vida comunitaria, en cuanto al manejo que se tenía de la información. Para un sodálite que […]

Bajo el tercer acápite del informe final: “Prácticas indebidas en el manejo de la organización” se reclama la falta de coherencia que se daba en la vida comunitaria, en cuanto al manejo que se tenía de la información. Para un sodálite que lee algo así en el informe, no solo le debe parecer una exageración, sino que, probablemente, no debe entenderlo, porque el manejo de la información es una práctica inserta en el “ADN” de la organización desde sus orígenes.
Un ejemplo claro de lo mencionado en este numeral es la historia del SCV. Los orígenes de la comunidad han permanecido ocultos por los últimos 20 años. Aunque el informe que presentan los expertos internacionales contratados por el SCV menciona aspectos de esta historia olvidada, hay otros de los cuales no se ha hablado más y no se hablará.
Dentro de estos últimos estarán todos aquellos que se relacionen con las inquietudes políticas de Figari y con todo aquello de lo cual se alimenta intelectualmente desde su juventud —las lecturas esotéricas y parapsicológicas, los análisis de la sexualidad humana desde aproximaciones antropológicas no cristianas, etc.—, tampoco se hablará de su fundamentalismo bíblico —en lo que prefiere la lectura “protestante” de la Escritura—, su debacle intelectual que se inicia en los 80s —por la cual muchos de sus escritos tienen que ser “retocados” para no revelar su caótica mente y se le sugiere escribir “reflexiones”, que se publican como pensamientos y oraciones—, etc.
El pseudo fundador y sus oscuras formas de “hacer apostolado” también será olvidado, los cantos falangistas y sus dinámicas para despertar el “tercer ojo”, su poca caridad y soberbia, su racismo y sus desórdenes en la comida y el sueño, los diálogos de madrugada, en fin, no se hablará de todo esto porque lo tendrían que contar sus discípulos amados y estos no dirán nada. Como quedará en el silencio la complicidad y el encubrimiento de una hermandad poderosa, forjada en la oscuridad de intensiones mundanas, donde sexo, poder y riquezas deambulan por doquier.
El tiempo devora la verdad y la justicia, cuando lo único que brilla tímidamente es la esperanza; aquella que aguarda sabiendo que la historia la escribe un espíritu maligno, un genio déspota e inclemente, que habita en el corazón de los miembros de una cúpula que dirige los destinos de jóvenes que solo quieren ver cumplidas, en sus vidas, las promesas de Jesús para quienes son fieles a Él.
Las cosas en el SCV no han cambiado en lo esencial. Se sigue manipulando la información. Las autoridades manejan una versión de los hechos que reciben de la cúpula y los súbditos solo saben —y creen— aquello que las autoridades dicen.
Lo popular obra de Orwell (1945) “La Granja de los Animales” —Animal Farm— tiene mucha similitud con lo que se vive al interior del SCV. Paradójicamente, esta lectura obligatoria para todo joven que se vinculara a la organización, con la finalidad de ayudarlo a entender el socialismo y la manipulación de la información, es una especie de plan programático de lo que Figari y sus amigos instauraron en el SCV desde la segunda mitad de los 70s.
Ahora, la cúpula espera y las autoridades siguen impulsando las obras del SCV como si nada pasara, como si lo peor ya hubiese acabado. La cúpula parece haber dispuesto las cosas para que el tiempo lleve al olvido a las víctimas y la justicia muera con ellos. Esta gente vive sus vidas disipadas dedicados a los negocios del mundo, tratando de vivir un perfil bajo mientras Figari carga sobre su lomo —blando y débil— todas las culpas y distrae la vista del mundo de aquellos que vieron en el gran pashá la oportunidad de una vida cómoda y “santa”.

Cobardía
La impunidad por la que pasan Figari y sus encubridores es uno de los escándalos más grandes por los cuales está pasando la Iglesia en el Perú. Conforme pasan los días y la Santa Sede hace oír su silencio, la sociedad toda […]

La impunidad por la que pasan Figari y sus encubridores es uno de los escándalos más grandes por los cuales está pasando la Iglesia en el Perú. Conforme pasan los días y la Santa Sede hace oír su silencio, la sociedad toda —creyentes y no creyentes— ve acrecentarse su preocupación e indignación por el caso de un personaje cuyos actos inmorales han sido nefastos para la vida de decenas de jóvenes peruanos, desde los años 70 hasta el 2009, según se tiene evidencia. Casi 40 años durante los cuales Figari dio rienda suelta a sus concupiscencias y bajos instintos, ante la mirada cómplice de sus más cercanos discípulos.
El abuso crece en gravedad en cuanto solo se señala a Figari, ignorando a quienes lo han encubierto y han practicado otros actos inmorales que no solo atentan contra el pudor y la sexualidad humana. El manejo económico, las manipulaciones y chantajes, el desconocimiento de las víctimas y, entre otros, el llevar a cabo un dudoso proceso de reparaciones, han hecho más hondo aún el sufrimiento de quienes somos víctimas de esta organización que nace con un propósito digno y santo pero que, al caer en manos de Figari, se transforma progresivamente en una institución que proyecta la mente enferma de quien años después del histórico 8 de diciembre de 1971 —en que se funda “la SCV”— se autoproclama como fundador.
El SCV, desde que Figari asume el poder y desaparecen de la escena Sergio Tapia y el p. Haby, es, en la práctica, una organización creada para cometer actos contrarios al espíritu y la letra del Evangelio, con prácticas disfrazas de un catolicismo conservador y puritano, con el traje del Vaticano II y de las reflexiones de los sumos pontífices del siglo XX, en el marco de una lucha radical contra la teología de la liberación marxista.
Las actitudes del gran pashá del SCV desde que abandonó el poder absoluto a fines del 2010, reflejan una gran capacidad para mentir y negar todo aquello que podría ponerlo en peligro real de ir a la cárcel. Dichas actitudes reflejan el gran temor en el que vive desde hace muchos años. Temor enfermizo de un cobarde, incapaz de asumir la culpa y la pena por los delitos cometidos, aquel que se encerraba cargado de ansiedad a consultar el código penal en búsqueda de mayores luces sobre las que serían sus penas, si la justicia lograra enviarlo a prisión.
Es el mismo Figari que vi salir de Madre del Reconciliador sumido en un pánico extremo cuando era conducido a la clínica, debido a los dolores que sufría y que resultaron ser causados por su vesícula enferma. Un ser que teme a la muerte y a pagar sus crímenes, alguien que sabe que merece castigo y que, a pesar de todo lo que haga, será descubierto.
La Comisión de Ética para la Justicia y la Reconciliación, como corresponde, pidió a Figari que responda a los cuestionamientos planteados por cientos de personas con las que tuvo contacto esta comisión; sin embargo, este se negó y, junto con el SCV, se esforzó por desprestigiarla.
¿Por qué no hay sodálites que salgan a denunciar públicamente los crímenes cometidos por Figari? ¿Por qué no hay sodálites que evidencien a los encubridores y sus actos ilegales? Porque la subcultura sodálite los obliga a pensar que el SCV es una obra del Espíritu Santo y que el “fundador”, a pesar de todo, es un receptor de un carisma divino. Ellos creen que están haciendo todo lo que deben por “ayudar” a las víctimas y confían ciegamente en sus autoridades, cuestionando toda crítica contra ellas.
Como cuando viene una tormenta y se busca protección para no mojarse, los sodálites están replegados cubriéndose para no mojarse; sin embargo, el agua llega por todas partes y aunque aún no los afecte, quienes permanezcan fieles a este falso carisma terminarán empapados y muy afectados espiritual y psicológicamente.
El SCV sigue empeñado en hermosear su vitrina, con nuevas ordenaciones diaconales —por las cuales en 6 meses ordenará nuevos sacerdotes— y profesiones perpetuas. Su esfuerzo mediático a través de las redes sociales es notable y buscan reflejar una gran vitalidad; no obstante, nada de lo denunciado por la Comisión es asumido con auténtico espíritu de humildad y justicia, por lo cual, solo se está preparando una bomba que, tarde o temprano, explotará.

¡Feliz cumpleaños!
Los días previos al 8 de julio solían estar cargados de una incómoda tensión. Ioboeo hacía ver a los integrantes de la comunidad que el cumpleaños del “fundador” estaba próximo a llegar, algunas veces lo hacía con anticipación para que lo ayudemos […]
Los días previos al 8 de julio solían estar cargados de una incómoda tensión. Ioboeo hacía ver a los integrantes de la comunidad que el cumpleaños del “fundador” estaba próximo a llegar, algunas veces lo hacía con anticipación para que lo ayudemos a pensar en el regalo que le haría la comunidad y en la lista de cosas que “necesitaba” que le regalen las otras comunidades del SCV, las fraternas y las siervas. Otras veces, Ioboeo simplemente nos informaba lo que había decidido regalarle a nombre de todos.
En las comunidades de San Bartolo se reforzaban las exigencias físicas, poniendo una serie de “metas” que incluían la preparación del mosaico (desde mediados de los 90s) que se le regalaba al “fundador”, donde cada piedra significaba una cantidad de ejercicios físicos, oraciones, horas de estudio, etc., ofrecidas por Figari, por su “santidad” e intenciones. Los números de estos ofrecimientos eran asombrosos y ponían a prueba la “generosidad” de los jóvenes en formación. El culto a la figura de Figari era realmente desmedido y se alimentaba desde la formación, donde muchos exigían el cuerpo hasta el extremo por alguien que se daba la gran vida y que no ofrecía nada a cambio de tanto “amor”.
El 7, la víspera, solía ser un día alborotado en la casa de Figari porque había que preparar la comida del gran pashá. La lista de invitados se solía hacer, como muchas cosas que implicaban a Figari, a última hora. Las invitaciones tenían un implícito carácter conminatorio para quien recibiera este honor. Sería un gran despecho que algún invitado no acudiese a saludarlo a la medianoche, tan pronto se iniciara el grandioso 8 de julio.
Las fraternas y las siervas colaboraban con bocaditos dulces y salados. Yo me hacía cargo de cocinar algunas cosas y comprar algún postre extraordinario —si es que no lo hacía yo mismo—, además de las bebidas y atender personalmente a Figari durante la celebración.
Luego de la aprobación pontificia (1997), la celebración del 8 de julio cobró un significado mayor aún, pues Juan Pablo II escogió esa fecha como el día en que el SCV recibía la mencionada aprobación. Lo cual, como se puede imaginar, fue interpretado como una “delicadeza” de Dios hacia el SCV y su “fundador”, acrecentando el mesianismo y la percepción del SCV como una obra de Dios.
Las llamadas y mensajes que recibía Figari el día de su cumpleaños eran numerosas y cualquier ausencia se hacía notar, por lo tanto, aunque el gran pashá no se dignara en responder a casi nadie, se hacía una lista anotando los nombres de todos los que llamaban a ofrecer sus oraciones por el gran “fundador”.
¿Qué pasará ahora con Figari este día?, poco importa, ¿quiénes lo llamarán o le escribirán para saludarlo y expresarle su apoyo y solidaridad?, seguro, más de uno de los discípulos amados; ¿qué celebrarán en el SCV? ¿La aprobación pontificia más rápida de historia? ¿El gran engaño? Lamentamos que haya sido el gran Juan Pablo II una víctima más del SCV y sus esbirros, lamentamos que el engaño se extienda a otras figuras importantes en la jerarquía eclesial hasta nuestros días y que haya quienes defienden el carácter divino de un inexistente carisma fundacional en el SCV.
Sería extraordinario que este día sea una instancia para que los discípulos amados hagan un mea culpa y rindan testimonios veraces ante la sociedad y la Iglesia, adelantándose al juicio divino. Mas esta fantasía de perdón y reconocimiento no dejará de serlo, pues estos sodálites, consagrados a sus deseos oscuros de poder, dinero y placer, seguirán ocultos realizando sus obras desordenadas.

Los que pasan piola
Las matemáticas no están a favor del SCV últimamente en cuanto se refiere a los miembros de la institución, porque salen muchos y entran pocos. A estas alturas de la historia, el balance sería negativo y los ingresos no compensan las salidas. […]

Las matemáticas no están a favor del SCV últimamente en cuanto se refiere a los miembros de la institución, porque salen muchos y entran pocos. A estas alturas de la historia, el balance sería negativo y los ingresos no compensan las salidas. Sin embargo, esto es secundario con respecto al preocupante enquistamiento de los “pasapiola”.
Los discípulos amados son parte importante de los pasapiola (Jubugu, Earava, Ioboeo, Auburu, Hodoco, Oatata, Eoeodo, Juluau, Juauvú y otros) y estos son la piedra en el zapato que impide indefinidamente cualquier paso del SCV hacia el bien, la justicia, la verdad y la unidad.
Algunos detentan cargos directivos, otros no, sin embargo, no los necesitan para ejercer su oscura influencia en la institución. Mas, siendo sinceros, no importa tanto la institución como aquellos de sus miembros que siguen siendo victimizados y aquellos otros que habiendo dejado el SCV son maltratados con la indiferencia y pasividad de quien vive mirándose el ombligo.
Desde la renuncia de Figari no hay ningún signo que muestre que los pasapiola asumirán sus errores y delitos, ni siquiera hay signos de cambio en ellos, lo que sí hay son muestras de alejarse de Lima, donde la fiscalía ha reactivado sus investigaciones y donde, tarde o temprano, estallará nuevamente la bomba del escándalo en cuanto a los oscuros manejos económicos del SCV y los desórdenes sexuales de otros miembros de la institución que aún permanecen “en investigación” o en la oscuridad del encubrimiento y el silencio culpable.
Los pasapiola viven en la oscuridad, como los murciélagos, se orientan muy bien donde no hay luz y por eso temen a la verdad, la rechazan y confabulan para que cada vez más personas crean sus mentiras. ¿Qué mentiras? Que Figari es el fundador, que la “espiritualidad” sodálite es un carisma inspirado por el Espíritu Santo, que han cumplido con el proceso de reparaciones, que Jubugu desconocía la existencia de servidumbre alrededor de Figari, etc.
La complicidad de quienes ejercieron la autoridad en el SCV es un asunto complicado que, sin embargo, debe ser abordado. Debería partir de quienes fueron o son autoridad en la organización reconocer los excesos y errores cometidos y ponerse a disposición de instancias externas y objetivas que evalúen la responsabilidad de sus actos, considerando que el principio de autoridad en el SCV era marcadamente vertical.
En este discernimiento acerca de la responsabilidad y culpa, es fundamental considerar la estructura piramidal del poder en el SCV; por ella, quienes fueron los discípulos amados tuvieron necesariamente más conocimiento de los hechos reales, ocultos para muchos de los demás sodálites. Este conocimiento agrava la responsabilidad de los mismos.
Otro criterio que debe aplicarse para determinar responsabilidades es la cercanía con Figari que, en el caso de quienes fueron superiores y tuvieron a su cargo la formación en San Bartolo, es clave. Es decir, el responsable de la formación tenía una comunicación constante y directa con el pashá, además, “estudiaba” sobre cómo “formar” a los aprendices en la ideología sodálite, aplicando técnicas psicológicas de dominación que difícilmente pueden haber sido ignoradas como prácticas inmorales.
Para quienes fuimos sirvientes, la cercanía a Figari fue la más grande de las maldiciones y la fuente constante de sufrimiento y estrés mental, porque se nos adoctrinó para suspender el juicio sobre lo que hacía o decía este despiadado ser y sus secuaces. Éramos ciegos con ojos y sordos con orejas.
La Comisión advierte sobre el necesario discernimiento de la responsabilidad no solo en cuanto a prevenir futuros errores y abusos, sino para que quienes cometieron los mismos sean juzgados de acuerdo a las circunstancias, intensión y la materia de sus actos, sobre estos tres elementos se determina la culpa y la pena que debe asumir el perpetrador de los abusos y maltratos.
Hay casos en los que quien realizaba algún tipo de “formación” estaba compelido a obrar de determinada manera por la autoridad y contaba con pocos elementos de juicio y sin medios reales para evitarlo, en el contexto de sojuzgamiento y seria afectación de la libertad. Sin embargo, es muy difícil encontrar factores que atenúen la responsabilidad de los discípulos amados, dada su participación en el ejercicio del poder y en el manejo de la riqueza económica, sin mencionar, el intenso lazo que se formaba con las inconductas sexuales, de las cuales, les aseguro, se conocen solo unas cuantas.

Transmisión de la subcultura sodálite
La subcultura sodálite originada en Figari y no en Chaminade, en aquel ser humano de carne y huesos sumergido en narcisismo, y no en el Espíritu Santo, se replica a través del tiempo desde los mayores a los más jóvenes. Tan fuerte […]

La subcultura sodálite originada en Figari y no en Chaminade, en aquel ser humano de carne y huesos sumergido en narcisismo, y no en el Espíritu Santo, se replica a través del tiempo desde los mayores a los más jóvenes. Tan fuerte es el impulso multiplicador y expansivo impreso a esta subcultura que hasta el día de hoy el SCV se encuentra atrapado en las cadenas de aquella subcultura o ideología sodálite.
Si nos preguntamos: ¿Qué fue lo que cambió luego de que Figari dejó el poder como superior general?, encontraremos interesantes descubrimientos. Para lo cual recurriremos a una incompleta pero reveladora relación de eventos.
Breve cronología:
8 de diciembre de 2010. Figari anuncia públicamente su renuncia —por motivos de “salud”— durante el almuerzo de celebración por 39° aniversario de fundación del SCV.
Enero de 2011. Es elegido Eduardo Regal como Superior General en Asamblea General Extraordinaria. Al interior del SCV se genera una aparente renovación, pues Regal convoca a los profesos perpetuos a reunirse con él en el colegio San Pedro y, luego de escuchar reclamos por las estrafalarias prohibiciones hechas por Figari a los sodálites —andar en moto, subir a una lancha, etc.— decide levantar algunas de estas medidas. En Madre del Reconciliador empiezan a darse cambios en el personal destacado para atender a Figari. Yo soy el primer sirviente en dejar esta casa, luego de pedirle a Regal que me saque de ahí para no perder la cordura. Sin embargo, son cambios aparentes en cosas externas, en lo esencial Regal es un fiel discípulo de Figari y buscará mantener el “espíritu” sodálite.
Diciembre de 2012. Alessandro Moroni es elegido Superior General del SCV en Asamblea General Ordinaria, y Figari explota en ira al conocer el resultado de la votación y la derrota de Eduardo Regal. El lobby realizado por los discípulos amados fracasa y vence el deseo de renovación —tomando toda la distancia posible de la influencia de Figari en el gobierno del SCV— de los que conforman la siguiente generación de sodálites —quienes, en ese entonces, tienen entre 30 y 40 años de edad aproximadamente—.
Enero de 2013 a octubre de 2015. Sodálites muy cercanos a Figari y a Doig abandonan el SCV, entre sirvientes —4— y discípulos jóvenes que estaban siendo adoctrinados para formar nuevos cuadros dentro del proceso de expansión del SCV.
18 de octubre de 2015. Pedro Salinas presenta Mitad monjes, mitad soldados en Cuarto Poder.
Noviembre de 2015. El SCV anuncia la formación de la Comisión de Ética para la Justicia y la Reconciliación (http://www.comisionetica.org/).
16 de abril de 2016. La Comisión presenta su informe final, luego de 6 meses de trabajo ad honorem. El SCV, en palabras de Alessandro Moroni rechaza dicho informe final, por considerarlo incompleto y que no le hace justicia a la verdad sobre lo que es el SCV realmente, mostrando solo aspectos negativos de la institución.
29 de abril de 2016. La Santa Sede nombra al Card. Joseph Tobin como delegado de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica (CIVCSVA) para el SCV, con la misión de ayudar a las autoridades del SCV a tomar las mejores decisiones en el proceso que se vivía a causa de los escándalos revelados. Al recibir este encargo, Tobin era arzobispo de Indianapolis, meses después sería nombrado arzobispo de Newark y creado cardenal por el Papa Francisco —lo cual es considerado una promoción importante para este obispo—.
10 de octubre de 2016. Alessandro Moroni reconoce públicamente que hay víctimas en el SCV.
14 de febrero de 2017. “Comisión” de expertos internacionales contratados por el SCV (Kathleen McChesney, Ian Elliott y Mónica Applewhite) presentan su informe final. La inversión que hace la institución en estos personajes es inmensa. Yo me reuní con los dos primeros en los hoteles más lujosos de Lima, donde el SCV los alojó.
Enero de 2018. Mons. Noel Londoño, Obispo de Jericó (Colombia) es elegido Comisario para el SCV.
El internet se puede consultar una sucinta historia del SCV en Wikipedia que cuenta con una grave omisión: la Comisión de Ética para la Justicia y la Reconciliación. A pesar de narrar con razonable precisión lo sucedido luego de la publicación de Mitad monjes, mitad soldados obvia lo mismo que el SCV desconoció, este hecho verifica la intervención de dicha organización para escribir su propia historia (ver https://es.wikipedia.org/wiki/Sodalicio_de_Vida_Cristiana).
No nos debe extrañar que esto suceda pues, los sodálites, están acostumbrados a ser juez y parte cuando se trata de ser juzgados por la sociedad —porque son autoreferentes—. Como diría Figari: “la historia la escriben los vencedores” y en toda esta “crisis” el SCV está manejando la situación y haciendo el control de daños tal cual lo haría Figari.
¿Cuánto creen que hubiese tenido que gastar el SCV en reparaciones si hubiera hecho caso a la Comisión, que no solo investigó a profundidad, sino que estaba formada por personas que conocían al SCV y a la realidad peruana? Los casos que conozco, que son pocos porque los informes privados son reservados y solo los revelan las víctimas, suman más de los 2,8 millones que supuestamente ha repartido el SCV. La conveniencia económica del SCV es un factor decisivo para desaparecer a la Comisión de la historia.
El criterio del SCV para dar reparaciones a las víctimas no es la justicia sino lo económico, es decir, lo más conveniente para la organización, la cual se guía por lo que se ha dado en la historia de este tipo de crímenes, guiándose por un mezquino mercado internacional de indemnizaciones por abusos sexuales.
Por ejemplo, en palabras de un prelado muy vinculado al SCV en este tiempo, una persona víctima de pedofilia recibió en uno de los casos eclesiales más sonados US$ 130.000 dólares y eso es mucho para dicho obispo.
Imagínense cuánto podría recibir una víctima de maltratos constantes durante casi 20 años, los cuales han dejado huellas tan hondas que la inhabilitan permanentemente para la vida civil; lo cual, es más grave que varios de los casos de abusos sexuales cometidos por miembros del SCV. Sin embargo, esto último no es considerado por el SCV en su real gravedad, pues no quisieron entender lo que el informe final de la Comisión descubrió y recomendó acerca de los sirvientes de Figari y menos aún, desconocieron los informes privados de las víctimas que son muy claros.
Recordemos también la urgencia del SCV por dar por concluido el proceso de reparación, ¿este apuro habría obligado a negar la intervención de abogados que asesoren a las víctimas? El 29 de setiembre de 2016 se publican declaraciones de Ian Elliot, donde afirma que:
Ustedes probablemente saben que a principios de este mes Alessandro Moroni hizo una declaración diciendo que este proceso estará terminando el 10 de octubre, pero la ayuda a aquellos que lo necesiten y requieren todavía estará disponible, aún continuará (http://sodalicio.org/noticias/ian-elliott-mensaje-sobre-proceso-de-investigacion-y-reparaciones-en-el-sodalicio/).
Todo lo descrito, que se queda corto en cuanto lo sucedido en la última década en el SCV, es una muestra clara de cómo la subcultura sodálite permanece vigente, gracias al efecto multiplicador y al culto de la persona de Figari. ¿Es posible acaso que el SCV destierre este modus vivendi impreso en sus raíces mismas?

Dones sobrenaturales de Figari
Soberbio, autosuficiente y siempre en tensión por reflejar superioridad ante los demás, Figari se entregó a abundantes lecturas esotéricas y relacionadas al manejo de las capacidades mentales de la persona. Encontró en ello una manera muy eficaz de ocultar su tremenda inseguridad […]

Soberbio, autosuficiente y siempre en tensión por reflejar superioridad ante los demás, Figari se entregó a abundantes lecturas esotéricas y relacionadas al manejo de las capacidades mentales de la persona. Encontró en ello una manera muy eficaz de ocultar su tremenda inseguridad existencial y sexual.
El pashá completa su figura alimentando la idea de un poder superior capaz de mover objetos con el poder de la mente y de ver más allá de lo evidente, en las pupilas de los ojos, realidades íntimas de la persona, tan íntimas como la vocación.
El informe final no considera este hecho como una simple excentricidad o afición, como la consideraron muchos sodálites mayores, sino como una manifestación del perfil psicológico de una persona extremadamente narcisista que afectó sustancialmente una institución y a un grupo grande de jóvenes, que fueron manipulados para abandonar sus proyectos y sueños en vistas de un supuesto bien mayor que era ofrecido por quien se atribuía capacidades sobrenaturales.
Los “dones” de Figari llevaron también a minusvalorar a quienes no manifestaban en sus ojos su vocación o esta “no se veía” con mucha claridad. Mientras que, aquellos que tenían una vocación “clarísima” para el maestro, quedaban estigmatizados para el resto de sus vidas y obligados a responder a ese supuesto don que solo veía Figari, con la donación completa y radical de sus vidas a los designios egoístas del pashá. Esta fue la manera como este ser se rodeó de sirvientes y algunos de sus discípulos amados.
Todo esto guarda mucha relación con una subcultura del determinismo vocacional que ha hecho muchísimo daño a decenas jóvenes que tuvieron o tienen contacto con el SCV, que, además, tiene como un rasgo complementario la cosificación de la persona en una actitud utilitarista que la Comisión recalca al final del numeral 6 al explicar cómo las decisiones tomadas por el superior general y sus aduladores se realizan “al margen del interés o bienestar que merecían los miembros de la comunidad”.
Esto último se nota con caracteres dramáticos en quienes fuimos sirvientes de Figari por casi 20 años consecutivos, pues los tres estuvimos sometidos a un nivel de estrés inhumano y nada cristiano, que ha dejado fuertes secuelas en nosotros, y que el SCV de hoy es incapaz de reconocer en toda su magnitud, sin importar que este trato brutal haya inhabilitado para la vida civil a quien lo sufrió y sin aceptar la complicidad clarísima de Earava y Jubugu. Lo sufrido es tan duro que se cataloga como esclavitud moderna.
Sin embargo, no solo fuimos los sirvientes quienes sufrimos esta subcultura, sino también otros miembros del SCV y, en grado masivo, integrantes del MVC, que eran muy bien atendidos y tratados en cuanto colaboraban con los planes y proyectos de la comunidad. Si el agrupado o agrupada estaba alineado(a) con las directivas del animador —sodálite o no— se vivía una amistad y cordialidad tan intensa como efímera pues, al momento de mostrar resistencia al proceso de adoctrinamiento mental o volitivo, la persona se convertía en un disidente y, dependiendo del grado de su disidencia, era ignorado, tildado de loco o hasta se le prohibía acercarse al MVC, el cual, algún tiempo atrás había resultado ser más importante que su propia familia.
La importancia del informe final no es solo para analizar al SCV, sino también para comprender la subcultura que Figari creó y que ha producido efectos muy negativos en una porción de la sociedad y de la Iglesia.

Escandalosos contrastes. Los privilegios de Figari
Mientras algunos sodálites tenían que ingeniárselas para conseguir lo mínimo e indispensable para vestirse —la ropa interior— pidiendo limosnas entre amigos y familiares, además de trabajar para los proyectos del SCV sin recibir sueldo o, si lo recibían, entregarlo a la comunidad, […]

Mientras algunos sodálites tenían que ingeniárselas para conseguir lo mínimo e indispensable para vestirse —la ropa interior— pidiendo limosnas entre amigos y familiares, además de trabajar para los proyectos del SCV sin recibir sueldo o, si lo recibían, entregarlo a la comunidad, Figari no trabajaba y mandaba a traer su ropa de Estados Unidos y golosinas de Europa, teniendo mudas distintas de acuerdo a la temperatura y su peso; es decir, la cantidad de veces que tuvo que ir a visitar al sastre para que le haga un terno nuevo fueron muchas.
Este es solo uno de los aspectos del escandaloso contraste que se apreciaba entre el gran pashá y la gran mayoría de sodálites. Otros que vivían a cuerpo de rey eran los discípulos amados. A ellos tampoco les faltaba nada y podían darse sus gustitos con frecuencia, en cuanto a ropa, viajes, carros, etc.
El año 2001 acompañé a Figari a Roma. Fue solo por tres semanas porque ese mismo año murió Godoko y no quiso quedarse más tiempo. En esa oportunidad quiso llevarme como su cocinero personal junto a su médico “personal” y, mientras él y Ioboeo viajaban en clase ejecutiva en la parte delantera del avión, nosotros viajábamos en económica.
Las descripciones de su vida cotidiana, llena de comodidades, ya las he realizado en otras ocasiones y por eso en esta oportunidad es conveniente destacar uno de los elementos que el informe final trata con insistencia y que, a su vez, es ignorado por el SCV: la complicidad. Dice el mencionado documento:
“Una vez más se evidencia el silencio cómplice de quienes compartieron la cúpula de poder con Luis Fernando Figari en todos sus niveles”.
Quienes formaron la cúpula de poder junto al pashá, se perpetraron en él con su silencio cómplice. No puede decirse que todos los sodálites fueron cómplices de las excentricidades y abusos de quien detentaba el poder absoluto en la organización. Muchos no sabían lo que se vivía en San José o Madre del Reconciliador y quienes estábamos cerca de Figari como sirvientes habíamos sido adoctrinados para mantener silencio y conservar la más radical suspensión del juicio sobre los dichos y acciones del autócrata, bajo pena de posible destierro y el silencioso y carcomiente sentimiento de culpa.
Sin embargo, los miembros del Consejo Superior y los superiores “mayores” conocían las pecaminosas acciones de Figari y se hicieron cómplices con su silencio. El caso más notorio de esta complicidad es el de Jubugu, quien carga en su consciencia no haber hecho nada por frenar los excesos de Figari y, más bien, haber apañado varios de sus deslices tratando de mantener a la institución unida y a flote. Sin siquiera importarle el sacrificio de vidas, como la mía, Jubugu apoyaba a su maestro a toda costa y financiaba su estilo de vida superior y comodón.
Figari no manejaba directamente el dinero, lo hacían Ioboeo y Jubugu, a través del primero. Es decir, si Figari estaba en una tienda y quería comprar algo, solo tenía que cogerlo y lanzarlo a la canasta o dárselo a quien tuviese al lado, en la caja quien pagaba era Ioboeo.
Cuando los integrantes de la Comisión mencionan que los integrantes de la cúpula…
“no respondieron al delicado encargado de formar a los jóvenes que depositaron su confianza y anhelos en el SCV”.
…nuevamente acierta en la denuncia de los males producidos por el SCV a la sociedad, los cuales, no son poca cosa. Se puede establecer una analogía entre el SCV y una institución educativa, en cuanto que quienes llegan a una de estas lo hacen para recibir formación en vistas a dar lo mejor de sí mismos para el bien de la sociedad.
El delicado encargo recibido por el SCV es traicionado por la falta de consistencia de sus máximas autoridades quienes, lejos de ser tan solo parte de una estructura de poder, tienen la misión de transmitir un supuesto carisma recibido de Dios. Dado que este carisma no existe realmente, como algo novedoso que haya nacido en Figari, la cúpula de poder lo que hace es trasmitir la ideología aprendida de su maestro “espiritual” y la transmiten como un paquete hueco, lleno de aire, sin consistencia espiritual real. Es decir, transmiten un concepto de vida cristiana que no viven con coherencia.
Esto último se ve con claridad en la manera como estos personajes han enfrentado la crisis del SCV, lejos de Lima, sin dar la cara y, los que lo han hecho, han actuado dando un pésimo espectáculo dramático, por ejemplom ante el Congreso de la República.
Quienes mejor pretenden vivir la ideología sodálite son aquellos jóvenes que van sumándose a este grupo fundacional, que tienen intensiones realmente puras y se mantienen lejos de esta cúpula de poder. Ellos son los que dan vida a las obras del SCV y las alimentan con su entusiasmo y exigido trabajo. Sin embargo, muchos de estos sodálites están abandonando la institución porque han descubierto el vacío espiritual que existe, la incoherencia de las autoridades, las mentiras a las que han venido siendo sometidos, porque se han dado cuenta que han sido víctimas de abusos, etc.
En definitiva, el SCV no ha podido responder al delicado encargo recibido por estos jóvenes porque realmente no tiene cómo hacerlo y, lamentablemente, en muchos casos la institución encabezada por Figari ha sido causa de corrupción mas no de santificación.
En el siguiente vídeo pueden ver testimonios de varios muchachos que estában en “formación” hace 3 años. Es una propaganda realmente burda, al estilo, “propaganda militar” que busca mostrar el lado “lindo” de un camino creado por Figari al que le quieren quitar el “aporte” de este último y, ¿qué queda?. La casa en la que se graba este vídeo costó, hace más de 10 años, un millón de dólares y muestran ambientes diversos pero nunca los que fueron aposentos de Figari. Estos muchachos, en su gran mayoría extranjeros muy jóvenes, hablan de los dolorosos hechos como algo del pasado, pero no es así. En ese momento, cuando el SCV graba el spot recién estaba haciendo la burla de “reparación” que terminó haciendo y a ninguna de las víctimas les dieron un monto justo, que se ajustara siquiera a las necesidades que podría tener alguien a quien le arruinan el proyecto de vida y le dejan un vacío tan hondo que solo Dios, en su misericordia, podría llenar algún día.
Hoy, esa casa parece estar en venta. Hoy, la comunidad de formación se muda a otra “señora casa” en Santiago de Chile. Yo viví esclavizado en esa casa del Sol de La Molina, en la calle Acapulco, por varios años y ahora la usan para hacer spots de publicidad.
Ahora, comparen mis vídeos, totalmente “caseros”, pero traten de concentrarse en el contenido y apóyenme suscribiéndose al canal: https://www.youtube.com/channel/UCXlxJR04ZixZq7E6FsxCsxg

Autoritarismo y complicidad
Es imposible hablar del SCV sin nombrar a Figari, no porque lo reconozcamos con su fundador sino porque él asume el liderazgo luego de algunos años de la fundación, pervirtiendo lo que en un origen quisieron hacer —hasta donde podemos saber— el […]

Es imposible hablar del SCV sin nombrar a Figari, no porque lo reconozcamos con su fundador sino porque él asume el liderazgo luego de algunos años de la fundación, pervirtiendo lo que en un origen quisieron hacer —hasta donde podemos saber— el sacerdote Haby, Sergio Tapia y el grupo de jóvenes que se juntaron aquel 8 de diciembre de 1971 para iniciar juntos un camino de vida cristiana siguiendo las enseñanzas del sacerdote francés Guillermo Chaminade (fundador de los marianistas).
El control que asume Figari sobre el SCV es de tipo mesiánico. Con el correr de los años, él va fortaleciendo su figura como líder absoluto de la institución, dándole a su autoritaria figura un cariz espiritual supremo que incluía incluso dones “sobrenaturales”, poco convencionales dentro del seno de la Iglesia y muy cuestionados por la tradición.
La obediencia es exaltada al punto que no permita réplica alguna por parte de los súbditos, en particular, en el caso del “fundador”, con expresiones como “el superior se puede equivocar, pero quien obedece nunca se equivoca”, internamente se exhorta a una vivencia de la obediencia ciega que no cuestiona la racionalidad ni moralidad de la norma.
La Comisión encontró no solo abusos y maltratos, sino fundamentos torcidos y errados para la vida consagrada -y para toda vida en sociedad-. La obediencia, por ejemplo, es necesaria para la vida religiosa, mas no puede ser “ciega” al punto que pase por encima de la libertad y la racionalidad de la persona. Una vivencia con estas características no es cristiana, sino que resulta contradictoria con las enseñanzas del mismo Cristo.
El relativo carácter absoluto que podría tener una obediencia a Dios omnipotente y sabio, implica su perfección y radical coherencia con su mensaje. Sin embargo, en el caso de Figari es muy notaria la imperfección y la escandalosa incoherencia con su mensaje. La Comisión, en su informe final, hace referencia al lenguaje y es que este era, especialmente entre la cúpula de los “sodálites mayores” “vulgar y soez”.
Las referencias sexuales eran tan crudas que causaban repugnancia y el uso tan “libre” que se hacía de estas expresiones entre laicos consagrados y sacerdotes del Sodalicio era tan llamativo que agregaba desconcierto al asco. Si las palabras son reflejo de la vida interior de la persona, se notó con mucha claridad que la vida que llevaban los sodálites que se repartían el poder en la institución se regía por coordenadas muy diversas a las de la vida espiritual cristiana.
El propio Figari usaba un lenguaje tan grotesco como su figura física, con constantes referencias a la homosexualidad y al uso de la genitalidad antinatura, reflejando además que estaba examinando el comportamiento de los sodálites para encontrar cualquier signo de “sospecha” que llevara a descubrir una homosexualidad oculta.
Los comportamientos anticristianos y, en muchos casos, inhumanos, reflejan una falta de conversión y de vida cristiana en quienes iniciaron y consolidaron institucionalmente el SCV que hoy conocemos. Lo que se instituyó en 1971 ya no existe. Si realmente se quiere dar a Figari el rol de fundador tiene que aceptarse que su fundación es posterior a aquel 8 de diciembre de 1971 y, sobre todo, tiene que aceptarse que lo que funda no tiene un fundamento realmente cristiano ni nace de una experiencia de Dios, como nace un carisma en la Iglesia Católica -como el Figari y el SCV quieren que esto se vea- sino como un movimiento laico de corte político mesiánico.
El surgimiento del SCV está más cercano al de una institución con fines políticos y económicos que al de una de finalidad religiosa. El criterio inicial de transformar el mundo desde sus cimientos, insertos en el mundo sin ser del mundo nunca llega a cuajar porque quien alimenta ese anhelo no es capaz de inspirar desde sus actos a quienes lo siguen. Esta mundanidad del SCV se refleja claramente en la manera como se trata a las víctimas y a todo aquel que se ponga en el camino del SCV y pueda ser catalogado como un obstáculo o enemigo.