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Geniecillo maligno
Muchas veces cuando se trata de caracterizar el conflicto interior entre la decisión de la libertad entre el bien y el mal, se usa la figura de dos geniecillos luchando entre sí para que nuestra voluntad obre de acuerdo a lo que […]
Muchas veces cuando se trata de caracterizar el conflicto interior entre la decisión de la libertad entre el bien y el mal, se usa la figura de dos geniecillos luchando entre sí para que nuestra voluntad obre de acuerdo a lo que alguno de ellos dictamine. Cuando hablamos del pensamiento de Figari, manipulador y falso, este es en nuestra conciencia como un geniecillo maligno que nos repite sin parar: “si no me obedeces vivirás la condenación eterna”.
Es tan robusto este geniecillo que, aunque uno escoja al bueno y verdadero, sigue presente. No se esfuma fácilmente, sino que está tan arraigado que se manifiesta como una sutil duda. Por ejemplo, afirmo que “Figari es un narcisista paranoico” y esto, siendo verdadero, significa el triunfo del geniecillo del bien; sin embargo, el maligno no respeta la derrota y afirma sutilmente “y si no es así y Figari es realmente un santo incomprendido, traicionado por sus propios discípulos”.
Figari y su conciencia sucia proveyó esta situación y por eso nos inculcó repetidamente que él podría ser traicionado por sus discípulos (los sodálites) y ser apartado como lo fue Chaminade por los marianistas. Nos lo repetía en forma de pregunta:
¿Tú me traicionarías y me darías la espalda como lo hicieron con Chaminade?
Obviamente, la respuesta ganadora era:
De ninguna manera, Luis Fernando
Figari formó cuadros dentro del SCV como lo haría una mafia. Donde hay tesoreros, extorsionadores, asesinos, etc. En el caso del SCV no es necesario tirar de un gatillo sino utilizar las armas mentales y la obediencia ciega absoluta. Los primeros sodálites, muchos de ellos, nunca concluyeron estudios superiores, no tenían experiencia en argumentar académicamente algo sino que lo hacían copiando a Figari y usando argumentos ad autoritatem.
Este adoctrinamiento es el que sufrimos algunos pocos en el SCV con particular atención de Figari. Eso explica que muchos, al salir de esta institución, no sean capaces de denunciar sus experiencias de abuso y maltrato, incluso sexual. Además, este geniecillo maligno que alimenta un complejo de culpa terrible que acusa de traición todo acto que vaya en contra de la “espiritualidad” y “estilo” sodálite, es muy difícil de desarraigar y replegar. En mi caso hicieron falta 5 años, muchas horas de terapia y el amor de mi esposa, además de su sentido común; todo ello en cuanto a lo humano se refiere, pues reconozco que sin la gracia de Dios nada de esto sería posible.
Figari no es un dios, sino un enfermo muy peligroso y si hoy esta afirmación es aceptada públicamente por el SCV, resta extirpar a quienes, consciente o inconscientemente, han asumido la misión de defender y prolongar el imperio del mal, propalando este “cáncer” a los miembros que al parecer estaban sanos. Queda por resolver si realmente es posible extirpar este cáncer sin remover a los portadores. ¿Será posible?
Bonus pack: Tips de la receta de Figari: maná, manjar blanco, torta de chocolate, vino fino, sambuca y otros finos licores para un maridaje perfecto y bajativos para una buena digestión. La torta de chocolate la hacía yo en el momento en que él lo quisiera, durante las 24 horas del día. Varias veces tuve que hacerlo luego de que me despertaron en la madrugada (la receta la tengo grabada por si alguien la necesita para algún tirano o monarca conocido).

La receta del fundador
Figari es una persona de gustos sencillos. Lenguado, lomo fino, champiñones, arroz superior, aceite de oliva extra virgen italiano o español, jamón inglés, queso emental francés, agua embotellada, papaya roja… En fin, sus gustos sencillos tenían un presupuesto aparte en el Sodalicio. […]
Figari es una persona de gustos sencillos. Lenguado, lomo fino, champiñones, arroz superior, aceite de oliva extra virgen italiano o español, jamón inglés, queso emental francés, agua embotellada, papaya roja… En fin, sus gustos sencillos tenían un presupuesto aparte en el Sodalicio. Es decir, todos los demás miembros de la comunidad comían guisos con alguito de pollo y carne, pescado era un lujo y jamás un lenguado, un toyito de leche era muy bienvenido.
Sin embargo, Figari lenguado todos los días y ensaladas distintas cada vez, infusiones traídas de Chile porque eran más “ricas”, chocolates suizos para atenuar el estrés y la ansiedad, vitaminas estadounidenses y mucho, mucho alprazolán, la conciencia sucia necesitaba mucha vitamina X (como Figari le llamaba al Xánax, versión de laboratorio del popular alprazolán) para silenciarse.
Viajes, todos los años a Europa, para evitar el frío limeño. Siempre en businesses, via Madrid en Iberia. Siempre acompañado, mayormente con Ioboeo, y con buena bolsa de viajes para relajarse y comer bien en Madrid y Roma, donde recibía a cardenales y personajes importantes de la Iglesia.
Un ritmo “muy exigente” para alguien entregado al Señor. Acostumbrado a grandes espacios, en su última mansión de 1 millón de dólares en el Sol de La Molina vivía como un rey “del Evangelio” con obras de arte adornando las paredes y alfombras persas muy finas en las salas, media docena de equipos de aire acondicionado solo en sus aposentos, capilla privada, salita de estar, estudio, dormitorio, baño, walking closet con mucha ropa importada (ropa interior, zapatos, camisas, medias, todo traído de USA), ternos de tallas diferentes y telas distintas según la estación, etc.)
Cuando se cumplieron 50 años de su confirmación se armó una “fiesta” a lo grande en el “CP” de San Borja. Con Misa para él y sus invitados VIP (entre los que había compañeros del colegio Santa María) y algunas autoridades eclesiales. Luego de la Misa un “snack”, digno de un matrimonio de lujo, en uno de los salones de este centro pastoral. Para la ocasión se hicieron invitaciones especiales y recuerdos.
La atención médica de Figari se realizaba en la clínica San Felipe, una de las top de Lima y lo atendían renombrados médicos. Como ya se acotó, el dinero nunca era un problema para él. Para el resto de sodálites sí lo era, pues a muchos se les pidió que se atendieran en clínicas más baratas, salvo casos de gravedad que ameritaran algo distinto.
Sería muy extenso este escrito si narrara todas sus excentricidades y excesos. Como esta era una subcultura, tenía también sus reglas y cuidados para que el centro de este engendro cultural creado a la medida de un hombre, fuera autosostenible y defendido por las autoridades, especialmente los más antiguos que nunca hicieron nada por enderezar la desviada voluntad del fundador.
La mente de Figari fue capaz de crear todo esto para saciar sus “anhelos profundos” pero no virtuosos. El veneno de lo demoniaco triunfó en su burgués estilo de vida mientras el montón, el pueblo, vivía en una exigencia moral extrema y con carencias y desigualdad. Si consideramos la moral sexual y consideramos que se han comprobado serios desórdenes y homosexualidad en 3 de los miembros del SCV estrechamente relacionados entre sí y cercanos en edad, nos preguntamos, ¿habrá más homosexuales en el SCV? ¿Figari dejó de saciar sus bajas pasiones o las sació con alguno más que aún vive en comunidad?
Los homosexuales son tan dignos como los heterosexuales, ojo, el asunto aquí está en el engaño, el abuso, el encubrimiento, las manipulaciones y engaños de lo que parece, cada vez más, haber sido una especie de familia de mafia siciliana donde la corrupción ad intra se daba en diversos planos de relajamiento moral impropio para una sociedad de vida apostólica de derecho pontificio, y más coherente con los estatus de una hermandad secreta. Dios quiera que el SCV pueda purificarse y dejar de traicionar el ideal de la vida consagrada cristiana.

Perdónalos porque sí saben lo que hacen
El año 2010 fue muy duro para quienes vivíamos cerca de Figari, sufrimos una presión muy fuerte que produjo mucho daño en nosotros. En mi caso, fue tan duro que llegué a la certeza que esa experiencia de dolor y sufrimiento no […]
El año 2010 fue muy duro para quienes vivíamos cerca de Figari, sufrimos una presión muy fuerte que produjo mucho daño en nosotros. En mi caso, fue tan duro que llegué a la certeza que esa experiencia de dolor y sufrimiento no podía venir de Dios ni ser parte de algún designio divino. Es así que, al borde de la desesperación y viviendo una desolación absoluta, tomé una decisión radical:
¡Me voy de esta casa! Vivir así me está destruyendo
Ya casi se iniciaba el 2011 cuando, luego de conversar con dos miembros de aquella comunidad a quienes les tenía absoluta confianza (el p. Jürgen y KPB) decidí hablar con Earava. En ese momento Figari ya había “renunciado” a ser superior general del SCV por “motivos de salud”, por eso correspondía que hable con quien asumió su puesto dado que, a diferencia de otras comunidades del SCV en el Perú, la comunidad en la que vivía Figari —Madre del Reconciliador (MDR)— era extraterritorial, es decir, no dependía del superior regional sino directamente del general.
Al entrar al lugar donde me recibió Earava para conversar yo tenía la convicción —para mí, venida de Dios— de que me iba de MDR por las buenas o las malas. Es decir, estaba dispuesto a tomar mis maletas e irme si no me daban permiso o designaban a otra comunidad. Fue una decisión muy dura para mí, teniendo en cuenta que para quienes vivíamos alrededor de Figari como sus esclavos, él y no Cristo era el centro de nuestras vidas. Además, varios de los que sufrían conmigo esta esclavitud eran como mi familia. Sin embargo, yo estaba asustado de lo que podía pasarme si seguía viviendo bajo esas condiciones.
Fui al grano y le dije a Earava que quería que me saquen de ahí porque ya no resistía más y que tenía la certeza de que eso me estaba matando, literalmente.
Desde un par de años atrás recurrí por iniciativa propia a un psicólogo y a un psiquiatra (el primero sodálite y el segundo del MVC) pues no dormía bien. Bueno, ese era solo uno de los síntomas de algo mucho más fuerte y peligroso que estaba viviendo. Nunca me ofrecieron esa ayuda profesional, yo la pedí, y no lo hice antes porque pensaba que hacerlo dañaría de alguna manera a Figari.
Earava, quien estaba muy al tanto de mi situación como también lo estaba mi director espiritual Jubugu y mi superior Ioboeo, me dijo muy suelto de huesos:
Ya sabía que estabas mal y pensábamos sacarte, pero no ahora, antes que a ti íbamos a sacar a “fulano” y “mengano”, pero, dado que lo pides dime a dónde quieres ir a recuperarte un tiempo, la única condición es que nunca regreses al lado de Figari.
Yo me asombré en ese momento de lo fácil que fue salir de MDR y de que ya sabían de mi situación. Después, con el paso del tiempo, se evidenciaría el daño sufrido y tomaría conciencia del grado de responsabilidad que tenían aquellas tres personas y de cómo estaban sacrificándome a mí y a otros más manteniéndonos al lado de Figari, sin que se hiciera nada por nuestra salud ni por remediar aquella situación tan inhumana. La subcultura del encubrimiento se evidenció claramente en tres de las personas más influyentes en el SCV. Según me consta, mi director espiritual sabía sin lugar a dudas que Figari me estaba destrozando y NUNCA hizo nada para evitarlo. Simplemente se me descartó cuando no servía más.
A partir del día que dejé la comunidad MDR empecé a recorrer el camino hacia la libertad. Esta experiencia es análoga a la que tenía desde niño con la Pascua, que significaba para mí luz y esperanza. La libertad recién la recobraría en mayo de 2014, al salir definitivamente del SCV. Este recorrido tomó 3 años, en los cuales aprendí y descubrí muchas cosas sobre mí mismo, sobre el SCV y sobre la vida en general.

Yo te condeno
Cuando discernía con toda paz mi vocación, hace 5 años, cuando recién pude hacerlo porque Figari estaba lejos, tuve mi primera y única experiencia de oración y encuentro con el Señor donde escuché claramente su voz y, a diferencia de otros momentos […]
Cuando discernía con toda paz mi vocación, hace 5 años, cuando recién pude hacerlo porque Figari estaba lejos, tuve mi primera y única experiencia de oración y encuentro con el Señor donde escuché claramente su voz y, a diferencia de otros momentos de oración sentí una paz increíble. Allí entendí que mi vocación era al matrimonio, con libertad y conciencia estaba determinado a ser consecuente con este llamado y lo fui informando a las autoridades del SCV, no pedí consejo sino informé.
Cuando fui a visitar a quien fue mi director espiritual durante los 10 años más duros de mi vida, durante los cuales viví una “esclavitud moderna”, como ha querido llamarla la Comisión de Ética para la Justician y Reconciliación, él me recibió y volvió a repetir lo que me dijo en muchas ocasiones:
“eres un mártir por todo lo que soportaste con Figari”.
Esta vez me lo dijo acentuándome que Figari me había hecho tanto daño que yo ya no podía vivir en una comunidad sodálite, sin embargo, él afirmó pontificando:
“estoy seguro que tú tienes vocación a la vida consagrada y comprendo que tengas que salir del SCV, sin embargo, seguirás teniendo vocación y no creas que algún día yo te casaré porque sé que tienes vocación a la vida consagrada y si te caso actuaría como un payaso ante Dios y yo no soy un payaso “
No le tembló la voz y en mi interior yo entendí claramente que él me condenaba a la infelicidad y me desechaba como un trasto inservible porque había sido dañado por Figari y ya no servía para ser sodálite.
Ese sacerdote soberbio y de corto entender no era capaz de albergar en su corazón una pizca siquiera de la Misericordia divina y me condenó al fracaso en la vida. Según su criterio, el de Figari y otros tantos, lejos del SCV todo es desolación y sufrimientos. Ese fue el mensaje que me transmitió con una autosuficiencia absoluta.
Aquel sacerdote se hizo Dios mismo en la tierra y me condenó a vivir con una supuesta vocación que él veía con claridad y que yo no podía vivir. ¿Y la experiencia de oración que narré al inicio de este escrito? Mi encuentro con Dios, ¿tuvo algún valor para este ser humano?
Esa era la “teología” de la vocación sodálite. Aquel misterio íntimo donde Dios llama personalmente, de uno a uno, a quien escoge para servirlo en la vida consagrada, para el SCV es un fenómeno de a tres: el sodálite, Dios y la persona “llamada”, donde el primero es prácticamente un semi Dios. ¡Cuánto daño hizo y hace esta manera de pensar! ¡Cuánto se abusó del poder y de la confianza otorgada!
Quien es cristiano lo entiende así y quien no, entiende que una decisión tan importante como empezar a formar parte una comunidad de vida consagrada debe tomarse con madurez y absoluta libertad. Esto no se respetó en el SCV en muchos casos. No solo en quienes entramos manipulados y engañados sino también en quienes no entraron y tuvieron que vivir con el peso de una condena por traicionar a Cristo, dictaminada por quien le “hizo apostolado”.
Muchos sodálites condenaron a quienes salieron del SCV como traidores e infieles y juzgaron el corazón de quienes no accedieron a entrar como débiles y cobardes, además de traidores. Si Jesucristo no condenó a Pilato, ni a Judas, ni a quienes lo azotaron y colgaron en una cruz, ¿por qué un sacerdote o un laico consagrado podría condenar a alguien por el solo hecho de no obedecer a sus designios y seguir la voz de su conciencia?
Como se puede ver, no solo Figari es un abusador sino otros tantos que aún permanecen dentro del SCV y de los cuales no hay sino signos de estar siendo protegidos y encubiertos. ¿Dónde queda la justicia y la prevención de abusos para lo cual el SCV pagó miles de dólares a expertos extranjeros que vinieron al Perú para dar conferencias a los sodálites y enseñar a prevenir más abusos? ¡Basta ya de impunidad y encubrimiento!

Balance falaz: una vida en el Sodalicio
Muchas personas del SCV y del MVC no comprenden que una persona pueda tener una experiencia negativa luego de haber vivido varios años en una comunidad del SCV porque consideran que se debe hacer un “balance” entre las cosas buenas que viviste […]
Muchas personas del SCV y del MVC no comprenden que una persona pueda tener una experiencia negativa luego de haber vivido varios años en una comunidad del SCV porque consideran que se debe hacer un “balance” entre las cosas buenas que viviste dentro y lo malo que puedes haber sufrido, no importan los abusos y maltratos porque siempre el balance será positivo, es decir, el bien recibido “triunfa” y, por lo tanto, hay que darle vuelta a la página y seguir adelante como si nada hubiera pasado.
Pongamos un ejemplo. Si una persona inocente es culpada de un crimen y metida a la cárcel. ¿No crees que incluso ahí vivirá experiencias positivas? Como la camaradería, la honestidad de algún prisionero o de un alguno de los carceleros, o el aprender a sobrevivir en condiciones extremas, conocerse mejor, desterrar el engreimiento, el sacrificio diario con la esperanza de salir de allí para retornar con su familia, etcétera. Todo eso bueno vivido no cambia la injusticia de haber vivido prisionero en una cárcel por un crimen que no cometió.
¿Podemos decir que dado que el balance es positivo entonces esta persona que estuvo privada de su libertad no puede esperar que se haga justicia y se reconozca su inocencia? ¿No es lícito acaso aspirar a una justa reparación por el daño sufrido?
Sin embargo, muchas personas del SCV y su familia espiritual piensan que luchar por justicia o reclamar una reparación es un acto de amargura y falta de “reconciliación”, es “perpetuar una injusticia”. Para ellos uno debe mirar lo bueno del SCV y dar gracias a Dios por ello y seguir adelante mirando el “hermoso horizonte de la santidad”, sin quedarse en los “errores” de los demás.
Ojo, errores que son crímenes ante Dios y la sociedad civil. Se hará justicia al terminar esta vida pero, ¿y aquí en este mundo, si nadie denuncia y señala el delito, podría haber justicia? ¿A quién le corresponde denunciar si no es a las víctimas? No denunciar la injusticia y los delitos cometidos de alguna manera nos hace cómplices y encubridores. No es novedad que Figari es un encubridor y la subcultura que creó también lo es, aún hay encubrimiento.
El clamor de justicia y buscar que se reconozca el delito, y que se repare el daño sufrido con justicia es un paso clave dentro del proceso de sanación interior y no se opone en nada a la reconciliación. Muchos hacen esa oposición falsa y reclaman silencio para no dañar más al SCV, para que no se afecte más a los sodálites, para no perpetuar la injusticia, etc. ¿No esto una falacia? ¿No es acaso cobardía ante la verdad?
A quienes reclaman justicia los llaman amargados y les piden “reconciliarse” y dejar que Dios se encargue del SCV. ¡Qué pésima comprensión del Evangelio! ¡Qué cómoda y caprichosa exégesis! Recuerden “darle al César lo que es del César y a Dios lo que es Dios”. La justicia humana debe aplicarse a los pedófilos, encubridores y abusadores, y dejar a Dios juzgar de acuerdo a su sabiduría y Misericordia.

La palabra sagrada del fundador
Desempolvando un viejo cuaderno encontré anotaciones de la experiencia comunitaria a la que fui en la comunidad de San José, en Santa Clara junto a otros 3 aspirantes. Casa que, en ese tiempo, frecuentaba Figari mientras vivía en San Isidro —en “La […]
Desempolvando un viejo cuaderno encontré anotaciones de la experiencia comunitaria a la que fui en la comunidad de San José, en Santa Clara junto a otros 3 aspirantes. Casa que, en ese tiempo, frecuentaba Figari mientras vivía en San Isidro —en “La Esperanza”—.
¿Qué hicimos en esas 4 semanas de 1991 —setiembre y octubre—? Nos levantaban a las 6:00 am para hacer ejercicios físicos y a las 7:00 estábamos rezando Laudes, luego desayuno y orden, Misa y estudio (de textos de Figari). Más tarde yoga, tai-chi, ángelus, trabajo de jardín y almuerzo. Una siesta y luego nuevamente ejercicios, rosario, lectura espiritual, ángelus, lectura bíblica, lectura mariana (texto de Figari) y estudio de “El Silencio” (Germán Doig), lectio sobre la vocación (bajo exégesis sodálite), comida, visita al Santísimo, trabajo bíblico (aplicarse a uno mismo la Escritura), examen de conciencia y a las 10:45 pm oración de Completas. Luego de esto último se iniciaba un diálogo inacabable.
En este cuaderno, además del horario, escribía reflexiones personales sobre pasajes bíblicos y lo que “el fundador” me decía a mí cuando tenía la “bendición” de escucharlo. Esta práctica de tomar nota de lo que Figari decía sobre uno mismo fue un dictamen del superior de la comunidad que se repetía también más allá del ámbito de la experiencia o prueba -como se llamaba anteriormente- y que tuve que hacer por años.
Creo que es muy ilustrativo compartir este pensamiento que me acompañó 21 años, atormentando mi corazón y el cual silencié una y otra vez con la “certeza” que Figari tenía de MI vocación, esa certeza que traduje en mis propias palabras para convencerme que esa vocación existía en mí. Pensaba que:
Muchas veces no me ha gustado el hecho de tener vocación porque el Plan de Dios rompe con mis proyectos egoístas que muchas veces están muy lejos de ejercitar mis verdaderas capacidades y posibilidades.
¿Cuáles eran mis “proyectos egoístas”? Terminar mis estudios de economía, era el puesto 34 de la facultad, casarme, tener una hermosa familia y ser feliz. ¿Qué tiene eso de egoísta? Ahora, lejos de Figari y sus artimañas, sé que no tiene nada de egoísta sino que es un camino de plenitud y felicidad licito y muy cristiano además.
Artimañas de Figari
El 19 de septiembre de 1991 Figari hace una jugada, me dice que yo he ido al SCV para curarme y que en 2 años me iría curado de gran parte de mis miedos e inseguridades cuando se me presente alguna mujer que me guste. ¿Qué es lo que se lee “entre líneas”? Que sin el SCV no puedo estar bien, que el SCV me curará, que seré un traidor -lo cual a cualquier persona le causa rechazo-. El resultado de esta experiencia es que fuerzo mi mente y mi corazón a convencerme más que nunca que tengo vocación y que el SCV es la panacea de mi vida.
La traición formaba parte del vocabulario cotidiano de Figari. Las pequeñas traiciones llevaban a la “gran” traición; es decir, las dudas sobre la vocación llevan a traicionar la vocación, entonces, nunca dudes.
Figari me decía que confiaba en mí, en que yo podía “responder” a mi vocación y me decía al lado de una fogata:
Nunca te voy a pedir algo que no puedas hacer. Si te digo que no te vas a quemar, no te vas a quemar y si te quemas, ¡qué!
Y
¿Cuándo te he fallado? ¿Cómo puedes desconfiar de en quien te apoyas? No tengas miedo.
Esas palabras de Figari que escuché en octubre de 1991 las escucharía muchas veces más. Especialmente aquellas otras que explícitamente hacían referencia a la “clarísima” vocación que él veía en lo “más profundo” de mí.
Tienes una vocación clarísima.
o
Tienes el emblema mariano grabado en el ojo.
No es fácil comprender por qué me engañó Figari pero ayuda mucho comparar este abuso de poder con el que se da en algunas relaciones de pareja nocivas en las que el hombre abusa de la mujer y ella es incapaz de dejarlo aunque sufra y reconozca el error y la maldad, es más, se culpa a sí misma del abuso del hombre. En el abuso de Figari un factor común con aquel tipo de abuso: la relación de dependencia. Esta es muy fuerte, al punto tal que Figari desplazaba a Dios del centro de nuestras vidas.
Además de la dependencia, surge una culpa que es muy intensa y agobiante en torno a todo aquello que resulta contrario a la voluntad de Figari. La rigidez moral que el propugnaba externamente y no vivía atormentaba nuestras conciencias. Viví con una culpa muy honda durante más de 20 años de mi vida en el Sodalicio.
Esa culpa es difícil de superar, se hace parte de uno. Por ejemplo, se nota en las homilías de algunos sacerdotes del SCV que están cargadas de ese tufillo de culpa y condena, tan extraño a la infinita Misericordia divina.
Gracias al amor y a Dios las cadenas de la esclavitud de esta ideología en la que fui adoctrinado se rompieron y gracias a Dios miro con fe y esperanza el futuro.

Sodalicio, el imperio de lo demoniaco
Desde el pensamiento del joven Figari, trastornado por el narcisismo, la concepción del Sodalicio porta una deformación genética, por la cual este no nace sano. Sin embargo, misteriosamente el Espíritu Santo logra sacar frutos buenos de este árbol que brota y crece […]
Desde el pensamiento del joven Figari, trastornado por el narcisismo, la concepción del Sodalicio porta una deformación genética, por la cual este no nace sano.
Sin embargo, misteriosamente el Espíritu Santo logra sacar frutos buenos de este árbol que brota y crece con la raíz enferma. Dejemos a Dios el juicio de este realidad y solo describamos lo que nuestra limitada razón percibe con certeza.
Esta deformación genética contagiada por Figari afecta a personas concretas que, por sus características, historia personal y debilidad humana son anfitriones idoneos para acoger ciegamente el afán de poder de Figari, que disfraza en lemas como “instaurarlo todo en Cristo bajo la guía de María” o “nuevas luchas ha elegido Dios”. Con un mesianismo y autosuficiencia que se desbordan nace el SCV en 1971. Recibe el apoyo de obispos y laicos que ven este naciente grupo de fieles una experiencia de vida cristiana potente y rica, lo cual se demuestra en la lucha contra la teología de la liberación.
Sin embargo, el “cáncer” de Figari no deja de crecer, no se trata de un desorden físico sino de carácter psicológico y espiritual. Para comprender esta enfermedad acudamos a la doctrina espiritual. El meollo del asunto, repito, es de carácter espiritual y se puede entender como una posesión o dominio de lo demoniaco o diabólico en la mente y el corazón de Figari. El afán desordenado de poder, el desorden del apetito sexual y el desmedido deseo por tener están unidos de tal manera que son inseparables en este tumor maligno que se aloja en el joven Figari y que se transmite a la generación fundacional, de maneras diversas.
El afán desordenado de poder se manifiesta claramente en el absolutismo y autoritarismo como es concebida la obediencia vertical -como columna vertebral- en Figari. A él, recordemos, lo tienen que obligar a renunciar al cargo de superior general. Cuando gozaba de buena salud física la contundencia de los testimonios recogidos por Pedro Salinas y Paola Ugaz en Mitad monjes, mitad soldados es el arma que usan los “brutos” que lo traicionan con una daga en la espalda y lo obligan a abandonar el poder.
El desordenado apetito sexual es perpetuado en los abusos sexuales que comete Figari con miembros del SCV y con otros jóvenes a los cuales se había acercado como “maestro espiritual”. Estos abusos que claramente victimizan a jóvenes que habían depositado su confianza en Figari, se multiplican porque la víctima tiende a convertirse en victimario en este tipo de maltrato y, en general, en cualquier actitud violenta, Por ejemplo, el niño que ve a su papá golpear a su mamá adquiere una tendencia a ser una persona que cometa algún tipo de abuso. No necesariamente será igual al padre pero habrá recibido un mal ejemplo que tendrá que rechazar desde su libertad.
El deseo de tener es también evidente en Figari. Siempre vivió como un monarca, rodeado de comodidades y consentido en sus caprichos, hasta los más ridículos y alentó a sus discípulos más cercanos a amasar fortuna. Hoy en día, el desorden y la falta de claridad en la economía del SCV es uno de los motivos por los cuales esta institución ha sido intervenida por la Santa Sede. El Cardenal Tobin tiene a cargo investigar estos asuntos. Varios miembros de la generación fundacional del SCV figuran como apoderados o gerentes de grandes empresas, que nada tienen que ver con la labor evangelizadora de la Iglesia ni siquiera con las Constituciones del SCV.
Llegados a este punto, no nos dejemos engañar, la enfermedad genética de la concupiscencia y el imperio de lo demoniaco está presente no solo en Figari, sino en varios miembros activos de esta institución que sufren ya procesos de investigación por parte del Ministerio Público. Un delito penal, compartido por no pocos sodálites, además de Figari, es el encubrimiento —penado con no menos de 4 años de cárcel— y este mal es muy fuerte aún en el SCV.
Estas desviaciones se manifiestan dramáticamente en muchos sodálites que, realmente, tienen serios límites intelectuales para comprender con objetividad la realidad que el SCV vive y, como este es el centro, el MVC también adolece de este mal, especialmente en sus miembros más antiguos, quienes no pueden ver con objetividad los signos de corrupción y, como muchos sodálites, piensan que toda crítica externa es una agresión y todo signo de pensamiento propio es traición al “ideal”.
Aprovechemos la Semana Santa, quienes conservamos la fe en Cristo, para pedirle al Señor que sane el entendimiento y el corazón de todas aquellas personas que son víctimas silenciosas de Figari y su grupete de cómplices y seguidores enceguecidos por los afanes demoníacos. Quienes no creen en Cristo y han sido víctimas del SCV, perdónenlos porque el odio y resentimiento los victimizan más.

Figari, ¿pensamiento propio?
“Cuando quiera tu opinión, te la daré yo“, frases como esta eran parte del lenguaje cotidiano superior-súbdito en la formación de las nuevas generaciones de sodálites en San Bartolo y reflejan muy bien lo que se vivía en las sobremesas en la […]
“Cuando quiera tu opinión, te la daré yo“, frases como esta eran parte del lenguaje cotidiano superior-súbdito en la formación de las nuevas generaciones de sodálites en San Bartolo y reflejan muy bien lo que se vivía en las sobremesas en la comunidad donde vivía Figari. Los diálogos interminables que acompañaban las comidas donde Figari disfrutaba de un plato distinto y especial, no eran para nada edificantes; todo lo contrario, eran muy tensas porque forzaba el pensamiento de quienes estabamos presentes a sus propios esquemas de pensamiento retorcidos.
Las críticas a autoridades de la Iglesia y a otros sodálites eran constantes en estas sobremesas en las cuales las opiniones valían en tanto eran semejantes a las de Figari. El pensamiento propio era considerado inmediatamente como disidente y hasta subversivo. La conclusión de fondo al final de estos diálogos —monológicos para ser exactos— era siempre la misma: Figari es un ser superior y es “pararayos” del Espíritu Santo.
El ritual de una comida con Figari empezaba con la espera a que él se dignara salir de sus apocentos, todos nos teníamos que poner de pie, en señal de “respeto reverente”, como si se tratara del profeta elegido de Dios. Yo le servía sus alimentos y tenía que estar muy atento a que con una señal me pidiera algo más, ya conocía su lenguaje corporal y sus señas para saber qué le provocaba.
Estos diálogos se realizaban cada domingo después de la Misa, por años, en épocas se invitaba a sodálites de otras casas “para compartir y oír al fundador”. El horario de Misa, el que Figari quisiera, pues él se levantaba de sus largas horas de sueño cuando le provocaba y todos los demás esperábamos impacientes que empezara la Misa. Podía empezar el domingo y terminar, literalmente, el lunes en la madrugada.
Si alguno tiene la imagen de Figari como un gran maestro espiritual, siento mucho informarle que era todo menos “espiritual”, era una persona llena de formas externas y muy pocos hábitos reales de oración, y prácticamente nada de piedad. La “piedad mariana” que se adjudica en su En compañía de María debe haberla tenido de niño porque en su edad adulta no parecía estar presente.
“El que piensa pierde”, podría ser el slogan de un concurso que, en el caso del Sodalicio y frente a Figari, era un estilo de vida. Pensar de manera independiente podía ser muy doloroso. Hacer juicios verdaderos sobre la realidad y ser consecuente con ellos era muy peligroso. Yo aprendí con los años que viví con Figari a mantener una misma expresión facial para protegerme de sus agresiones. Mi rostro era el mismo aunque yo estuviera triste, molesto o alegre. No transmitía mis emociones, las reprimía, me las guardaba para mí mismo y si las mostraba lo hacía en la soledad alejado del mundo y, sobre todo, de Figari.
La vida al lado del “fundador”, como Figari gustaba ser llamado, era muy dura para mí y para otros más que dedicábamos lo mejor de nuestras vidas a servirle como esclavos autómatas, convencidos por su malévola mente de estar cumpliendo así la voluntad de Dios. Nuestras mentes y corazones fueron violentados cotidianamente, para que nuestra voluntad siempre obrara lo que Figari quería de nosotros. Les cuento, eso duele, duele mucho.
Hoy celebro la libertad de pensar y sentir según me lo dicta mi consciencia y doy a gracias a Dios por haberme salvado de esa terrible experiencia al lado del narciso Figari.

Figari: la gran estafa
La gran estafa es un excelente filme de acción protagonizado por tres grandes del cine: George Clooney, Brad Pitt y Matt Damon. Figari: La gran estafa es un drama de la Iglesia y la sociedad contemporáneas. La historia protagonizada por Figari cuenta […]
La gran estafa es un excelente filme de acción protagonizado por tres grandes del cine: George Clooney, Brad Pitt y Matt Damon. Figari: La gran estafa es un drama de la Iglesia y la sociedad contemporáneas. La historia protagonizada por Figari cuenta con notables actuaciones secundarias, como el desaparecido Godoko y otros que abandonaron el país en búsqueda de mejores oportunidades -las malas lenguas dicen que huyeron para eludir a la justicia-.
Este drama protagonizado por Figari discurre sobre la historia de decenas de jóvenes esclavos, atrapados por este maquiavélico personaje que usa sus técnicas de dominio mental para sojuzgar a sus víctimas. Sí, ¡víctimas! Este ser despiadado no escatima en medios para alcanzar sus objetivos de poder. Es así que, en su temprana juventud, inició un proyecto político en las juventudes odriístas; sin embargo, este fracasó. Frente a lo cual optó por enmascarar su plan para hacerse del poder mundano a través de la religión. Aprovechando su cultura católica fundó el Sodalicio (SCV) en 1971 con la finalidad de “instaurarlo todo en Cristo bajo la guía de María”, una institución formada por militantes que serían “mitad monjes, mitad soldados” y que estarían dispuestos a dar la vida por Cristo.
El joven Figari empieza a llenarse de poder sobre las conciencias de cada vez más jóvenes indefensos y confundidos por sus artimañas. Su grupo fundacional rápidamente sobrepasó los espacios de un VW Escarabajo para llenar la sala de la casa de sus padres en el exclusivo distrito de San Isidro. Sin embargo, Figari fue sobrepasado por el poder y empezó a abusar de quienes tenía a su lado, y eso alimentaba más su ego y su ansia de poder crecía haciéndose ilimitada.
Como no queda tiempo para contar toda la película, saltemos a la crítica posterior que realizan quienes fueron sus discípulos. Los sodálites, confundidos por este drama y sus intensas escenas de abusos sexuales, físicos, psicológicos y espirituales, no supo qué hacer y decidió formar una comisión de ética para la justicia y la reconciliación. Ojo, “para la justicia”. Se trata de una comisión integrada por independientes que, frente a los casos de abusos del fundador -habría que añadir “y de otros miembros del SCV”-, …
para asegurar el máximo rigor en el trato de estos casos, se ha convocado a reconocidos profesionales —independientes del Sodalicio de Vida Cristiana— para que revisen lo ocurrido y contribuyan a identificar a las víctimas, ayudarlas y plantear las correcciones necesarias para evitar que estos u otros hechos similares se repitan.
Buenas intenciones, como las que adornan el infierno, que el SCV no recordó al leer el informe final –al que se puede acceder desde aquí– porque este desnudaba una cultura de abusos y una “gran estafa” en la cual, motivados por Figari, un grupo de sodálites y el mismo Figari cometieron diversos abusos y estos fueron ocultados en medio de una marcada cultura del encubrimiento. No en vano dicha comisión habla de esclavitud moderna, describiendo el fenómeno vivido dentro del SCV.
La contribución de la Comisión fue desconocida por el SCV y sus recomendaciones arrojadas a la basura. Esto es muy grave y muy INjusto porque, por ejemplo, si una persona A y otra B que reclama ser maltratada por A no llegan a un entendimiento y A -en un acto de “buena fe” y líbremente- decide nombrar a un tercero C que analice la situación y contribuya a ayudar a las víctimas -ojo aquí, el SCV hasta el día de hoy no reconoce que tiene un DEBER de justicia hacia las víctimas-, para luego decirle a C que no le gustan sus resoluciones, entonces, estamos ante una ¡gran estafa!
Una estafa la de Figari y otra la de sus discípulos que parece que, en el fondo, no tienen la más mínima intención de practicar la justicia y rectificar este camino doloroso que vivimos quienes fuimos esclavizados por el “hombre” como le llamaban algunos sodálites o “abá” -papito-.
Si el SCV y la Iglesia quieren realmente que esto no se repita más y que quienes cometieron abusos y crímenes no queden impunes -ambas cosas están ligadas- deben poner medios ya. Hasta hoy lo hecho es absolutamente insuficiente.

Mantra sodálite: adoctrinamiento de Figari
Recurramos nuevamente a Wikipedia y veamos que: Un mantra es una palabra sánscrita que se refiere a sonidos (sílabas, palabras, fonemas o grupos de palabras) que, según algunas creencias, tienen algún poder psicológico o espiritual. Los mantras pueden tener o no significado literal o sintáctico. […]
Recurramos nuevamente a Wikipedia y veamos que:
Un mantra es una palabra sánscrita que se refiere a sonidos (sílabas, palabras, fonemas o grupos de palabras) que, según algunas creencias, tienen algún poder psicológico o espiritual. Los mantras pueden tener o no significado literal o sintáctico.
Figari, muy consciente de este significado, inventó algunas mantras para que los sodálites colaboren en el trabajo de adoctrinamiento al cual fuimos sometidos por años, especialmente quienes vivimos a su lado por tanto tiempo. Él llamó a estas mantras “lemas” y se asignó un espacio de tiempo diario para que todos juntos repitiéramos estas frases que se grabaron en el subconsciente y permanecieron allí por años.
El sodálite no se guía por sus sentimientos, se guía por la razón
Según lo cual, quien formaba parte del Sodalicio (SCV) no debía escuchar la voz del corazón ni sus sentimientos, por más profundos que estos fueran, porque estos podían traicionar el ideal o, incluso, la vocación. Lo que debe primar SIEMPRE es la razón. ¿Cuál razón? ¿La ratio verdadera? No, la razón que era informada por las autoridades del SCV, en particular, por Figari mismo. En el caso de quienes vivimos a su lado (5 o 6 personas) el “bombardeo” de máximas e ideas era constante de parte de Figari y, además, muy intenso y personalizado. Eso hizo que, mientras él fue superior general del SCV, no pudiéramos escapar de su maligno influjo. Solo luego de su renuncia 3 de nosotros empezamos un natural proceso de desintoxicación que tomó varios meses, hasta dar el paso de salir de aquel lugar en el que vivimos lo que hoy se llama “esclavitud moderna”.
Una de las máximas, la más profunda creo yo, era que todo aquel que no respondía a su vocación se condenaría e iría al infierno, se convertiría automáticamente en un traidor de Dios y del SCV. Obviamente, quien daba la pauta y dictaminaba la sentencia condenatoria no era Dios Misericordioso sino Figari Narciso. Por lo tanto, lo que vivimos por años muchos de nosotros y que secuestró nuestra libertad fue la duda existencial de si lo que sentíamos en algún momento contradecía de alguna manera el “Plan” de Dios. Era subcultura sodálite hablar siempre de plan y no de voluntad divina, porque el plan sugería de manera implícita una racionalidad que Figari acentuaba y, claro, entendía por obra y gracia del Espíritu Santo, racionalidad que Figari mismo trasmitía a quienes lo rodeaban de manera cotidiana de manera intensa y, como lo dije antes, personalizada.
En tiempo de crisis no hacer mudanza, la crisis puede durar 30 años.
Es decir, cuando tu conciencia trate de liberarse de la opresión de la ideología de Figari, deténla que ya pasará, porque la “crisis” puede durar mucho tiempo. “No te dejes engañar” por tus juicios de la realidad y no pienses que debes abandonar la vida sodálite, a eso apuntaba este mantra. Bajo la excusa de recordar la experiencia de Santa Teresa de Jesús, quien vivió una profunda crisis en su vida religiosa por años, Figari pretendía evitar que alguien cuestionara sus designios —ojo, no los de Dios— para cada uno de nosotros. Este mantra oculta la llave de la celda interior para no querer abrirla y conduce a soportar las “dificultades” y contradicciones de la subcultura sodálite indefinidamente.
El sodálite no se guía por sus pensamientos subjetivos, el sodálite se guía por los pensamientos objetivos.
Como suponen, los pensamientos objetivos eran los de Figari y los subjetivos eran los nuestros. Era prácticamente aceptar que no debemos pensar por nosotros mismos, pues Figari y las autoridades del SCV lo harán por uno. Cuando uno planteaba dudas o deascuerdos frente a las órdenes o normas de la comunidad, saltaba esta mantra a la conciencia y alimentaba nuestra culpa por ser tentado por la traición diabólica al “Plan de Dios” -claro está, de Figari-.
Este es el marco en el que, especialmente, los que vivimos cerca de Figari fuimos “formados” como soldados autómatas, fieles servidores del fundador. Lamentablemente, no exagero ni falto a la verdad en nada de lo que sostengo acá. Nuestra conciencia fue manipulada y nuestra libertad pisoteada. Además, fuimos amenazados, chatajeados, insultados y maltratados de diversas maneras a través de las prácticas psico sociales de un narcisista extremo como Figari, quien creó al SCV a su imagen y semejanza.